jueves, 27 de septiembre de 2012

Cualificación (II): Qué cualificamos


Hola amigos. Tras el anterior artículo de cualificación, vuelvo con esta segunda parte para centrarnos en las cosas que cualificaremos como buenos seductores que vamos a ser. Antes de nada, debéis tatuaros esta frase donde sea que siempre la recordéis:

“NO NECESITAMOS QUE ELLA NOS DÉ LA RAZÓN A COMENTARIOS QUE HAGAMOS. NO HAY QUE ESPERAR A QUE ELLA NOS CONFIRME SI LO QUE HEMOS DICHO ES CIERTO”.


Tras este inciso, empiezo el artículo con esta cita:

Tú debes encontrar lo que la distingue de otras y de ella misma en otros momentos de su vida; lo que ella te genera y lo que tú le estás generando a ella, y aquello que hace que la situación también sea especial”.

Este extracto del libro “Seductor” de Egoland refleja a la perfección la cualificación y aquello que debemos cualificar. Como habréis adivinado, vamos a cualificar:
  • A ella
  • A nosotros
  • A la interacción.

Lo ideal es que ella misma se vaya cualificando mediante cebos que le pongamos pero, evidentemente, en algún momento tendremos que hacerle saber qué nos gusta de ella.

Lógicamente, vamos a intentar no cualificar aquello que sospechemos que la mayoría de personas ya han detectado. Para ello, como ya dije, tenemos que desarrollar habilidades de observación e intuición para detectar las cualidades o atributos físicos o psicológicos que más valora ella de sí misma, así como vocabulario para precisar.

                                                 ELLA:

En función de lo que detectemos y lo que nos estimule vamos a cualificar su físico y su conducta.  Normalmente recomiendo cualificar su físico a la hora de sexualizar, ya que si no se sexualiza cuando cualificamos el físico lo percibo como un “camino incompleto”, como si faltase algo (lo veremos en el siguiente artículo). Por ello, en este artículo nos centraremos en cualificar su conducta.

Según su comportamiento y el grado de vínculo que encontremos, cualificaremos su conducta con nosotros, con ella misma, con su grupo y con su actitud ante la vida.

Sabiendo a qué se dedica, por ejemplo, podremos atribuirle una serie de características que son propias de su profesión. Por ejemplo, de una enfermera destacaremos su templanza y su actitud generosa ante una situación de riesgo aun sin que ella nos lo haya dicho (hay que ser buenos observadores). Su conducta siempre va a aumentar lo que nos gusta de su físico en tanto en cuanto nos gusten sus características:

Ej:
Pepita: Pues soy enfermera.
Yo: ¡Ah! ¿Eres enfermera? Vaya, tienes que ser una chica con bastante paciencia y templanza para tener ese trabajo. (Cualificamos su conducta ante la vida) Eso me encanta y hace que tu escote sea aún más apetecible. (Su conducta potencia su físico).

                                             NOSOTROS:

Amigos, molamos mucho. Somos unos tíos de la hostia. Cada uno es una persona maravillosa con ilusiones, expectativas y emociones. Y como emociones que tenemos, vamos a expresárselas. Vamos a decirle lo que nos hace sentir sin miedo a que nos rechacen o sin miedo a perder “valor”. Si somos unos tíos generosos, derrocharemos valor como un tío que tenga un palacio en una isla innombrable.

Pero vamos a valorarnos y vamos a decirle qué le está pasando con nosotros delante. Seamos conscientes de aquello que le provocamos aunque no se lo digamos siempre (no queremos ser fanfarrones). Debemos, así pues, mencionar lo que le estamos generando.

Yo: Natalia, veo que te ríes mucho conmigo. Debo de estar haciéndote olvidar miles de problemas…estoy seguro de que más tarde encontrarás la manera de agradecérmelo.

Una forma también de estar cualificándonos nosotros de una manera indirecta es el uso del lenguaje. No importa lo que queramos transmitir si ella no recibe bien el mensaje que queremos enviar. Por ello, seamos precisos. Chicos, no olvidemos que cada mujer es un mundo y no todas buscan lo mismo. Vamos a cualificar a cada una en función de su conducta ante la vida y la situación de una manera genuina, no caigamos en el error de ser comunes, sobre todo en el lenguaje. No vamos a usar un lenguaje del siglo XVII pero no seáis vulgares. El castellano es uno de los idiomas más ricos, utilicemos sus términos.

                                       LA INTERACCIÓN:

Como somos conscientes de que cada mujer es diferente, cada situación va a ser diferente en consonancia de dónde estemos, qué estamos haciendo y cómo nos estamos sintiendo. Cuando la cualificamos a ella usamos la “perspectiva del yo”. Aquí usaremos la “perspectiva del nosotros” y podemos usar un Narrador siempre que la ocasión lo requiera. Al narrar una situación que hemos vivido los dos, va a ser más difícil que rechace nuestro comentario.

Yo:Nuria, me imagino que eres consciente de lo que está pasando entre nosotros. Nos hemos encontrado en una fiesta, hemos estado hablando durante una hora y ya nos estamos sintiendo muy atraídos el uno por el otro, ¿no te parece precioso? (no, no hay que esperar a que ella nos diga que sí o que no, y en el caso que nos diga que no, NI PUTO CASO).”




Chicos, hasta aquí el “qué tenemos que cualificar”. En el próximo artículo aprenderemos a cualificar su físico y sexualizar en base a ello.


Sin más, hasta otra.

Fénix Fire.

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