Mostrando entradas con la etiqueta Cualificación y comunicación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cualificación y comunicación. Mostrar todas las entradas

jueves, 20 de diciembre de 2012

Elocuencia y creatividad comunicativa (II): La Poesía


Como vimos en el artículo anterior de esta serie, Elocuencia y creatividad comunicativa (I), uno de los principales miedos de tanto chicos como chicas al conocer a alguien el “no saber de qué hablar o que decir”.

En esta serie de artículos seguiremos mejorando esa elocuencia y creatividad comunicativa de forma que, trabajándola, se haga natural y parte de nosotros en todos los contextos de nuestra vida.

En este artículo hablaremos de una de las formas de fomentar esa elocuencia, y sobre todo la creatividad. La Poesía…

martes, 16 de octubre de 2012

Elocuencia y creatividad comunicativa (I): el material enlatado

Uno de los principales miedos de todo caminante que se adentra en el mundo de la seducción es “el qué decir”, o como a nosotros nos gusta llamarlo, la "comunicación verbal".

Todo el que entiende un poquito de seducción, sabe que es más importante el “cómo se dicen las cosas y en que contexto se dicen” que el “que se dice”.

En esta primera parte me gustaría hablar del conocido material enlatado y de como usarlo a nuestro favor.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Cualificación (III): Cualificación y Sexualización.


Hola de nuevo, amigos. En el artículo anterior hablábamos, sobre todo, de cómo cualificar la conducta. En este me centraré en cómo cualificar el físico de manera que se comunique implícita o explícitamente una intención sexual.

Es algo muy habitual entre fruscos (y no tan fruscos) cualificar el físico de una manera general, poco específica y poco creativa. El desmarcarnos aquí va a ser vital para nuestro éxito y es un paso clave en la seducción. No deberíamos decir “tienes unos ojos muy bonitos”, sino “tu mirada me resulta muy acogedora/misteriosa/profunda…etc”. No me cansaré de decir que debemos usar un vocabulario diferente y rico:


jueves, 27 de septiembre de 2012

Cualificación (II): Qué cualificamos


Hola amigos. Tras el anterior artículo de cualificación, vuelvo con esta segunda parte para centrarnos en las cosas que cualificaremos como buenos seductores que vamos a ser. Antes de nada, debéis tatuaros esta frase donde sea que siempre la recordéis:

“NO NECESITAMOS QUE ELLA NOS DÉ LA RAZÓN A COMENTARIOS QUE HAGAMOS. NO HAY QUE ESPERAR A QUE ELLA NOS CONFIRME SI LO QUE HEMOS DICHO ES CIERTO”.


Tras este inciso, empiezo el artículo con esta cita:

Tú debes encontrar lo que la distingue de otras y de ella misma en otros momentos de su vida; lo que ella te genera y lo que tú le estás generando a ella, y aquello que hace que la situación también sea especial”.

Este extracto del libro “Seductor” de Egoland refleja a la perfección la cualificación y aquello que debemos cualificar. Como habréis adivinado, vamos a cualificar:
  • A ella
  • A nosotros
  • A la interacción.

Lo ideal es que ella misma se vaya cualificando mediante cebos que le pongamos pero, evidentemente, en algún momento tendremos que hacerle saber qué nos gusta de ella.

Lógicamente, vamos a intentar no cualificar aquello que sospechemos que la mayoría de personas ya han detectado. Para ello, como ya dije, tenemos que desarrollar habilidades de observación e intuición para detectar las cualidades o atributos físicos o psicológicos que más valora ella de sí misma, así como vocabulario para precisar.

                                                 ELLA:

En función de lo que detectemos y lo que nos estimule vamos a cualificar su físico y su conducta.  Normalmente recomiendo cualificar su físico a la hora de sexualizar, ya que si no se sexualiza cuando cualificamos el físico lo percibo como un “camino incompleto”, como si faltase algo (lo veremos en el siguiente artículo). Por ello, en este artículo nos centraremos en cualificar su conducta.

Según su comportamiento y el grado de vínculo que encontremos, cualificaremos su conducta con nosotros, con ella misma, con su grupo y con su actitud ante la vida.

Sabiendo a qué se dedica, por ejemplo, podremos atribuirle una serie de características que son propias de su profesión. Por ejemplo, de una enfermera destacaremos su templanza y su actitud generosa ante una situación de riesgo aun sin que ella nos lo haya dicho (hay que ser buenos observadores). Su conducta siempre va a aumentar lo que nos gusta de su físico en tanto en cuanto nos gusten sus características:

Ej:
Pepita: Pues soy enfermera.
Yo: ¡Ah! ¿Eres enfermera? Vaya, tienes que ser una chica con bastante paciencia y templanza para tener ese trabajo. (Cualificamos su conducta ante la vida) Eso me encanta y hace que tu escote sea aún más apetecible. (Su conducta potencia su físico).

                                             NOSOTROS:

Amigos, molamos mucho. Somos unos tíos de la hostia. Cada uno es una persona maravillosa con ilusiones, expectativas y emociones. Y como emociones que tenemos, vamos a expresárselas. Vamos a decirle lo que nos hace sentir sin miedo a que nos rechacen o sin miedo a perder “valor”. Si somos unos tíos generosos, derrocharemos valor como un tío que tenga un palacio en una isla innombrable.

Pero vamos a valorarnos y vamos a decirle qué le está pasando con nosotros delante. Seamos conscientes de aquello que le provocamos aunque no se lo digamos siempre (no queremos ser fanfarrones). Debemos, así pues, mencionar lo que le estamos generando.

Yo: Natalia, veo que te ríes mucho conmigo. Debo de estar haciéndote olvidar miles de problemas…estoy seguro de que más tarde encontrarás la manera de agradecérmelo.

Una forma también de estar cualificándonos nosotros de una manera indirecta es el uso del lenguaje. No importa lo que queramos transmitir si ella no recibe bien el mensaje que queremos enviar. Por ello, seamos precisos. Chicos, no olvidemos que cada mujer es un mundo y no todas buscan lo mismo. Vamos a cualificar a cada una en función de su conducta ante la vida y la situación de una manera genuina, no caigamos en el error de ser comunes, sobre todo en el lenguaje. No vamos a usar un lenguaje del siglo XVII pero no seáis vulgares. El castellano es uno de los idiomas más ricos, utilicemos sus términos.

                                       LA INTERACCIÓN:

Como somos conscientes de que cada mujer es diferente, cada situación va a ser diferente en consonancia de dónde estemos, qué estamos haciendo y cómo nos estamos sintiendo. Cuando la cualificamos a ella usamos la “perspectiva del yo”. Aquí usaremos la “perspectiva del nosotros” y podemos usar un Narrador siempre que la ocasión lo requiera. Al narrar una situación que hemos vivido los dos, va a ser más difícil que rechace nuestro comentario.

Yo:Nuria, me imagino que eres consciente de lo que está pasando entre nosotros. Nos hemos encontrado en una fiesta, hemos estado hablando durante una hora y ya nos estamos sintiendo muy atraídos el uno por el otro, ¿no te parece precioso? (no, no hay que esperar a que ella nos diga que sí o que no, y en el caso que nos diga que no, NI PUTO CASO).”




Chicos, hasta aquí el “qué tenemos que cualificar”. En el próximo artículo aprenderemos a cualificar su físico y sexualizar en base a ello.


Sin más, hasta otra.

Fénix Fire.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Cualificación (I): Cómo hacer la cualificación.



Hola chicos. Hoy voy a explicar una de las herramientas más potentes en el mundo de la seducción. Se trata de la cualificación. La cualificación es la justificación de que algo más está pasando entre nosotros y la chica que nos gusta. Es aquello que va a provocar un avance y un interés tanto por parte de nuestra chica como nuestro.

En esta primera parte explicaremos la perspectiva de la fórmula de avance QUÉ+POR QUÉ+QUÉ ME HACE SENTIR (Explicada en el libro “Seductor” de Egoland. También se puede aplicar el “PARA QUÉ”, pero esta extensión la utilizaremos en otro caso que no es la cualificación). Aplicada a la cualificación se tratará de decir qué nos gusta de una persona y por qué nos gusta eso y qué nos hace sentir aquello que nos gusta. Cabe decir que, lógicamente, no siempre hay que seguir esta fórmula ni el orden de la misma. Es sólo una orientación a tener en cuenta.